Sobre Victoria Espinosa
Profesora, productora y directora teatral
“Victoria Espinosa, a cuyo talento debe el teatro puertorriqueño momentos inolvidables” es un ser que pensábamos ubicuo; de tan presente y laborioso, casi irreal. Ciento veintiséis direcciones de calidad insuperable realizadas hasta 1995 – treinta y siete de ellas de obras puertorriqueñas – así como sus noventa y siete reposiciones avalan el entusiasmo y la admiración que despierta en Puerto Rico y el extranjero.
Nació el 26 de marzo de 1922, en el barrio Trastalleres de Santurce, San Juan. Fue directora, productora, fundadora de grupos, innovadora por antonomasia, pedagoga, ensayista, traductora, autora, investigadora, luchadora pertinaz y solitaria por los derechos del teatro y los teatristas puertorriqueños, historiadora con la historia a cuestas, Victoria Espinosa se conjuga en un ente múltiple, extemporáneo, complejo: una personalidad difícil de definir. Pero ante todo “Vicky” es la “Mater et Maestra” del teatro puertorriqueño.
La sensibilidad artística de su padre Eduviges (Espinosa), maestro albañil y poeta, se transmitió a Victoria, cuyo interés por el arte se manifestó desde los primeros grados. Igualmente contribuyó en el desarrollo de su talento su madre Isolina Torres Maldonado.
Ya en la Escuela Superior Central, sus intereses se inclinaron hacia los estudios hispánicos y la literatura en especial (hacía recitales) lo que le valió una medalla en esa área. Como la vida en esos tiempos era dura, Vicky estudió también un grado de comercio, que le permitió trabajar enseguida. Como en un ensueño entró a la Universidad de Puerto Rico en 1945, aún insegura de la carrera que debía estudiar. Allí se encontró en el verano de 1946, con Marcos Colón, excompañero de escuela, quien la invitó al taller de teatro de Leopoldo Santiago Lavandero. Los sueños de ser artista se agolparon de nuevo en la imaginación de Espinosa y sin hacerse rogar se vio “trabajando” en El retablo de las maravillas de Cervantes y hasta en El milagro de San Antonio, de Maeterlinck. Así, a partir de 1946, la vida de Victoria Espinosa se convirtió en un devenir de instantes dedicados en cuerpo y alma al teatro. Sus estudios, empleos, distinciones, luchas, todo emanará espontáneamente del teatro como designio.
Entre 1945 y 1949 Victoria completó su bachillerato en artes con especialización en teatro. Durante esos cuatro años sus mentores y maestros más cercanos fueron Leopoldo Santiago Lavandero y Ludwig Schajowicz. Por esa época (1946-1949) se desempeñó como ayudante de vestuario de la profesora y diseñadora Helen Sackett. Y una vez concluido su bachillerato, pasó a ser instructora del Departamento de Drama, a la vez que se encargó de la dirección del Teatro Infantil Universitario, al que más adelante nomina Comedieta Universitaria. Continuó, a su vez, como ayudante de la profesora Sackett en algunos montajes del Departamento.
En 1954 Espinosa dirigió uno de sus mayores éxitos en el Departamento de Drama: Así que pasen cinco años de Federico García Lorca. Se trató de un estreno mundial del reputado dramaturgo español que, además, es diferente al resto de su producción. Al iniciarse los Festivales de Teatro Puertorriqueño en el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), en 1958, René Marqués la seleccionó para dirigirle Los soles truncos. Y hasta 1995, 37 años después, Espinosa siguió dirigiendo para los Festivales de Teatro Puertorriqueño, y llevando a cuestas la inagotable dirección de Los soles truncos.
Son entonces, el Departamento de Drama y los Festivales de Teatro del ICP los que marcan el paso de la vida profesional de Victoria. Ligazón que se manifiesta en sus embarazos, ya que la gestación de sus dos hijos ocurre durante períodos de montajes que constituyen hitos en la historia teatral de Puerto Rico: Luis, durante la puesta de Así que pasen cinco años y Sol, durante el montaje de Los soles truncos.
Entre 1961 y 1964, Espinosa cursó su maestría en el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, grado para el que ya había tomado cursos en el verano de 1951, en Middlebury College, de Vermont. Mientras tanto, sus labores de profesora y directora de la Comedia Universitaria se prolongaron hasta 1964, cuando desavenencias con la dirección del Departamento de Drama provocaron su renuncia a la Universidad de Puerto Rico y la emigración a México en busca de su doctorado.
El capítulo de México en la vida de Victoria Espinosa es sumamente interesante. Hay que recordar que perteneció al único grupo de doctorado en teatro práctico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y que el suyo fue el primero en concederse. Además que mientras estuvo en ese país, sobresalió por la calidad de su trabajo y por sus inteligentes escenificaciones.
Vicky llegó a México en 1965 con una beca de la Universidad de Puerto Rico y otra de la Organización de Estados Americanos (OEA). Para el Seminario de Teatro Experimental hizo Los soles truncos, de René Marqués. Recibió críticas extraordinarias.
En 1967 el maestro Enrique Ruelas, quien fundara el Festival de Guanajuato, invitó a Espinosa al Festival a presentar su Teatro Breve, de Federico García Lorca. Su propuesta gustó mucho. Al año siguiente, Luisa Josefina Hernández pasó a dirigir el Departamento de Teatro y le ofreció a Vicky el Seminario de Teatro Experimental, que antes dirigiera su maestro Wagner. La estudiante se convirtió en profesora de sus propios compañeros o como se dice en México, en “Maestra”. No obstante, este año –su último- se vio interrumpido por la Masacre de Tlatelolco. La Universidad permaneció cerrada por varios meses. Al reinicio de clases, lo primero que se montó fue su tesis práctica, Los soles truncos, la cual luego paseó por las cárceles de México cosechando abundantes experiencias. Ese mismo año recibió un diploma de mérito que el Gobierno de México otorgó a los teatristas puertorriqueños que trabajaban en ese país.
Mientras esperaba por los papeles de graduación y su diploma en México –1969– Victoria recibió diversas invitaciones que la mantuvieron ocupada, entre ellas a presentar El retablillo de don Cristóbal de García Lorca, al aire libre y de noche, en el Jardín de Chapultepec, y a montar El negro en América, obra basada en un ensayo-conferencia de José Luis González, por años radicado en México. Ayudada por la poesía negra de Luis Palés Matos y otros poetas caribeños hizo un montaje colorido que gustó mucho en la capital azteca. Sus habilidades y logros instaron a Carlos Solórzano a invitarla a organizar y dirigir el Departamento de Teatro de la Universidad de Veracruz que se inició en 1969. La familia y el terruño pudieron más y optó por volver a Puerto Rico.
Retornó a la Universidad de Puerto Rico, pero no al Departamento de Drama, como hubiera sido lógico, sino a la Escuela Superior de la Universidad. Consiguió la posición que dejara José (Joe) Lacomba. Allí recreó trabajos que ya había dirigido en México, como El viejo celoso, o El retablillo de don Cristóbal. Pronto pasa a una posición docente en el Departamento de Estudios Hispánicos, donde permaneció hasta su jubilación en 1978. En 1980 regresó a tiempo parcial al Departamento de Drama, gracias a Dean Zayas, su director.
En 1971 Victoria Espinosa regresó a dirigir en los Festivales de Teatro Puertorriqueño con la pieza Sacrificio en el Monte Moriah, de René Marqués. Se incorporó también al teatro profesional de producción independiente, de boga en el país, en el que obtiene incontables éxitos (Equus, Rinocerontes, Cementerio de automóviles, por ejemplo.)
A partir de este momento, la creatividad de Espinosa se disparó con interminables escenificaciones que se prolongan hasta el día de hoy: teatro nacional, teatro internacional, teatro religioso, teatro profano, teatro experimental, teatro clásico. Y siempre, sus constantes, Federico García Lorca y René Marqués, a quienes añadió las obras de un discípulo querido: Luis Rafael Sánchez. El archivo, Rinocerontes, Cementerio de automóviles, Acreedores, Los ángeles se han fatigado, Medea, Yerma, El caso del muerto en vida, Doce paredes negras y una cantidad de obras que marearían a cualquiera por la suma y la variedad, se desgranan ininterrumpidamente en la labor directriz de Espinosa.
En 1978, Victoria Espinosa se jubiló de su labor docente en el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico. Pero ni dejó la Universidad ni dejó la docencia ni se retiró del trabajo. Gracias a la sabía decisión de Dean Zayas, director del Departamento de Drama para el 1980, Vicky se incorporó a su Departamento original tras 16 años de ausencia, esta vez con una labor docente parcial donde dictó el curso de dirección escénica para maestros y dirigió para el Teatro Rodante Universitario Los títeres de cachiporra que se escenificó en el carromato frente a La Torre el 24 de febrero de 2007.
En 1993, ante la creación del Seminario Multidisciplinario José Emilio González de la Facultad de Humanidades, José Luis Ramos Escobar, entonces director del departamento de Drama, la reclutó para que laborara en el Seminario y organizara la colección documental de las producciones del Departamento de Drama, donde estuvo hasta el 2013. La doctora Victoria Espinosa murió el 6 de julio de 2019 en San Juan.
Referencia:
Victoria Espinosa. (29 de diciembre de 2021). EnciclopediaPR. https://enciclopediapr.org/content/victoria-espinosa/